Categoría: Novela


VIVENCIAS DE UN TACNEÑO
NACIONALIZADO “AREQUIPEÑO”





Por: Enrique Barcelli Gómez


    En mis “Crónicas de una familia limeña”, mencioné de manera muy sucinta, mis vivencias en la ciudad de Arequipa; pero fueron ocho años maravillosos, los que pasamos allí con mi esposa e hijos.
    Ahora, en esta narración, le estoy dando su verdadera dimensión.
    En realidad, dicha experiencia, tuvo tres etapas, pues fue interrumpida, por periodos con residencias en Lima.
     He intentado seguir un orden cronológico, pero hay apreciaciones atemporales, como mis descripciones de los hermosos sitios turísticos de la ciudad blanca, de su gastronomía y sus costumbres.
    El hecho de que tenga suegra, esposa e hija arequipeñas, es suficiente para justificar el título de esta narración: “Vivencias de un tacneño nacionalizado arequipeño”.
    Dedico estas crónicas a mi amada esposa y a mis queridos hijos.






SELVA ALEGRE Y LA CHILINA
Corría el mes de julio del año 1971, yo tenía 27 años, era la primera vez que subía a un avión, y sentí un ligero temor al percibir mi falta de control e impotencia, ante cualquier posible accidente; pensar que, a los 15 años, mis siete nietos ya eran viajeros aéreos experimentados y que yo en los próximos ocho años repetiría este viaje por avión más de cincuenta veces, y por tierra más de diez. Iba acompañado con el Director Gerente de Tecnandina Consultores S.R.L., empresa que me acababa de contratar, como consultor en reingeniería y elaboración de proyectos textiles. Justamente, nuestro destino era la fábrica textil “Lanificio del Perú S.A.”, que tenía su planta en la ciudad de Arequipa.
Cuando llegamos a la famosa ciudad blanca, mientras bajábamos las escalinatas del avión, se me acabaron las emociones de temor; pero, producto de la tremenda sequedad del ambiente, sentí un gran ardor en los ojos; luego, por el mismo motivo, se me cuartearían los labios y la nariz, al punto, que luego me sangrarían. Ya en el hotel, mi jefe me aconsejó:
—Hoy, antes de dormir, abre la ducha de agua caliente y deja abierta la puerta del baño, para que se vaporice toda la habitación y puedas respirar mejor. —luego, agregó— No cargues mucho peso ni te desplaces rápido, estamos a 2,363 metros sobre el nivel del mar y te puede dar soroche.
Nos alojamos en un hotel muy lindo, que se encontraba al centro de un bosque lleno de árboles y jardines, que era el origen de la denominación del hotel, “Hotel Arequipa de Selva Alegre”. Dicho bosque contaba con una lagunita y una pista zigzagueante, que conducía al barrio más exclusivo de la ciudad, con el mismo nombre, “Urbanización Selva Alegre”.


El Parque Selva cuenta con una extensa área verde, llena de árboles y jardines.


Mi esposa en el Hotel Arequipa de Selva Alegre.

    Ya había estado alojado antes en el antiguo Hotel Arequipa de Selva Alegre. Estas fotos nos fueron tomadas a mi esposa y a mí, cuando viajamos por carretera a Arequipa, para pasar unos días de luna de miel, en el año 1969.


Con mi esposa en el Hotel Selva Alegre
    Hoy en día, el Hotel Arequipa de Selva Alegre ya no funciona. La siguiente foto pertenece a otro más moderno, el Hotel “Wyndham Costa del Sol Arequipa”, en el mismo parque.


Hotel Wyndham Costa del Sol Arequipa

Luego de unos días, retornamos a la capital, y presentamos en la sede de Lima, de la textil, una cotización para un plan de reingeniería. Al mes siguiente, nuestro presupuesto fue aprobado por el Directorio de Lanificio del Perú S.A.

NUESTRA 1RA MUDANZA A AREQUIPA
Mi empleadora, Tecnandina S.R.L., en julio de 1971, me destacó a Arequipa, para que durante seis meses gestione el desarrollo del proyecto, seleccione y contrate al personal que formaría parte del nuevo Departamento de Ingeniería y lo capacitara. Yo ya tenía dos hijos y, para ese período, se me concedió que alquile un alojamiento amoblado en forma provisional, que cubra mis necesidades familiares.
Mi esposa tenía varios parientes arequipeños, una de ellas, era una tía que vivía, justamente, en la urbanización Selva Alegre, y nos alquilaron los altos de su casa, un segundo piso que era totalmente independiente y que cubría nuestras expectativas, máxime que la tía sería un gran apoyo para mi esposa, le conseguiría empleada doméstica, le explicaría donde hacer las compras del hogar y nos contactaría con otros miembros de la familia, quienes eran muy amables, pero que no habíamos tenido la oportunidad de conocerlos.
La ciudad de Arequipa, fundada en 1540, se encuentra en las faldas del volcán Misti. Más arriba de ese barrio exclusivo de Selva Alegre, existen poblados de condición económica humilde, Alto Selva Alegre, pero el Colegio Militar Francisco Bolognesi, aislaba la urbanización más cotizada de Arequipa, “Selva Alegre” de “Alto Selva Alegre” y, al menos en aquella época, a pesar de la proximidad de los barrios humildes, no había actos delictivos. Hoy en día, con la migración de miles de pobladores de los departamentos vecinos de la sierra, los poblados se están acercando cada vez más al cráter del volcán.


Nuevas invasiones muy cercanas al cráter

Durante esos meses vivimos muy lindos momentos, todos los días salía un esplendoroso sol a partir de las cinco de la mañana, abría las ventanas del departamento y, desde allí, hacia arriba, veía los tres volcanes: el Chachani (6,075m.), Pichu Pichu (5,425m.) y el Misti (5,821m.), eventualmente nevados; hacia abajo, podía observarse todo el valle del río Chili, denominado “La Chilina”, los andenes con diferentes tonos de verde y, saliendo por un balcón, dos metros fuera de la fachada, podía mirarse, hacia la izquierda de la vivienda, toda la hermosa ciudad blanca, construida en base a los adoquines de lava volcánica, denominados sillares de color natural blanco. Era el Paraíso.


Justo, terminando el colegio militar, construyeron el puente más largo del Perú, que une Alto Selva Alegre con el distrito de Cayma, cruzando por encima del río Chili. En la foto de la izquierda el Misti, en la foto de la derecha los tres volcanes: Misti, Chachani y Pichu Pichu.


El puente Chilina tiene 562 m, el más largo del Perú, inaugurado el 2014


Para ir a trabajar, todos los días laborables, iba a pie cruzando el parque, hasta llegar a la avenida Jerusalén, donde siempre encontraba taxi. Era un paseo escuchando el trinar de los pájaros, protegido del sol abrazador arequipeño, a la sombra de los árboles. Eran unas cinco cuadras que tenía que caminar, ya que en nuestra zona no transitaban los taxis, además, porque me servía de terapia y para cargarme de energía.


Mi recorrido diario a través del parque “Selva Alegre” (línea roja).


DON MÁXIMO
Lanificio del Perú S.A., era una empresa multi-accionarial, tenía dos páginas de accionistas; uno de ellos, era Don Máximo Velásquez, dueño de una cadena de ferreterías en todo el sur del país, pero que había iniciado su fortuna, trabajando muy duro desde joven, como vendedor de velas. Un día, uno de los taxistas que habitualmente me transportaba, me contó que, en una oportunidad, le pidió que le haga un servicio de taxi, le regateó mucho el precio; y, en un momento dado, le dijo a Don Máximo:
—¿Cómo cuando su hijo me contrata, me acepta el precio sin regatear?
Y, Don Máximo le contestó:
—Ah, lo que pasa es que él es hijo de millonario; pero, yo no.

CUANDO SONABA EL PITO
En la fábrica, cada vez que sonaba el pito indicando el fin de las labores, todo el personal, inmediatamente, se retiraba. En Lima, yo estaba acostumbrado a jornadas de doce horas; luego saliendo de las oficinas iba a dar clases de post grado en el Instituto Northwood; además, las horas limeñas eran a un ritmo mayor, con una gran carga de trabajo y tensión. En Arequipa, no podía ir más rápido que los demás, cuando sonaba el pito todo el mundo se largaba, yo dependía de ellos y, finalmente, comprendí que eso era lo ideal; existe un tiempo que pertenece al trabajo, otro para la familia, otro para estudiar, otro para los amigos, etc.; y que, mientras se pueda, ninguna de esas asignaciones debería acaparar o quitarles su tiempo a las otras actividades. Durante esa época, disponía del tiempo completo que le correspondía a mi familia, y lo disfruté mucho.

POCA GENTE EN LOS CINES
Lo que a mi esposa y a mí nos llamó mucho la atención, era que la gente iba poco al cine de noche, nosotros como buenos cinemeros, muchas veces nos encontrábamos en las salas, con tan sólo una o dos parejas más; no era cuestión de frío, porque en clima seco, cuando hace frío, te abrigas y ya, el “alaláu”, expresión quechua para indicar frío, se acaba. Más bien, creo que era una costumbre provinciana, como dicen ellos, “recogerse temprano”.
    En la Ciudad Blanca, había varias salas, recuerdo a los cines: Azul, Fénix, Danubio, Olimpo, Real y Variedades, que tuvieron su mayor auge entre los años 1950 y 1960. Estos cines, con el paso del tiempo, desaparecieron, porque la gente dejó de asistir a los mismos, debido a la tecnología y el surgimiento de nuevos formatos como DVD, disco Blu-Ray, 3D y los celulares.
    Últimamente, han resurgido dentro de los grandes centros comerciales varios cines modernos. Por citar sólo algunos tenemos: Cineplanet, Cinemark, Cinebox, Cinefox y Cinépolis.

EL CLUB INTERNACIONAL
Para recrearnos, nos hicimos socios transeúntes del Club Internacional de Arequipa, donde gozaban mis hijos, pues les encantaba la piscina, que no era temperada, el agua era muy fría, yo no resistía más de un minuto; pero ellos, podían quedarse eternamente y no salían hasta que las uñas se les ponían moradas y las yemas dedos se les arrugaban. Además, existían columpios e infinidad de otros juegos recreativos, y había un comedor con precios relativamente baratos.


A la izquierda, mis hijos, 1971 en el Club Internacional; a la derecha, la piscina del mismo lugar.



NUESTRO 1ER RETORNO A LIMA
Como el Directorio y las Gerencias de Finanzas y Ventas funcionaban en la capital, para coordinar, tuve que viajar por unos días a Lima, y le pregunté a Tuqui (mi esposa):
—¿Quieres ir a Lima?
­Ella, ni tonta ni perezosa, me contestó:
—Síiiiii.
Adicionalmente, le dije:
—Pero sólo tenemos dos horas para preparar nuestras maletas y la de nuestros hijos.
—No te preocupes, tendré todo listo —me confirmó ella.
Así, nos fuimos a Lima, en noviembre de 1971, pero mi familia ya no regresaría nunca más a ese departamento, porque en realidad, el viaje a la capital era para presentar ante el Directorio de Lanificio los cambios y el avance del proyecto de reingeniería que estábamos gestionando; luego de la exposición, los directores quedaron tan satisfechos, que me plantearon contratarme directamente a mí. La oferta económica era tentadora, pero no decidí nada hasta no conversar primero con el Gerente de Tecnandina S.R.L., mi jefe, quien me dijo:
—Tú ya cumpliste con nosotros, ambos hemos ganado; ahora, tú tienes libertad para decidir lo que te parezca mejor para ti y tu familia; pero te pido un favor, que te quedes un par de meses más en Tecnandina, para que dirijas otro proyecto textil, “Tinto Punto”, que tenemos pendiente, acá en Lima.
—¿Pero Lanificio podrá esperarme dos meses? —pregunté.
—Sí, te esperarán, porque ya lo he conversado con el Presidente del Directorio, el Ing. Carlos Montero, y ellos están de acuerdo.
Ese día, después de decidir concluir dentro de dos meses mis servicios en Tecnandina S.R.L., para integrarme a la planilla de Lanificio S.A., consecuentemente tenía que recoger mi carro y todas nuestras cosas que, al viajar de improviso, habíamos dejado abandonadas en el departamento de Selva Alegre, en Arequipa. Para ello, como yo era un chofer novato, le pedí a mi compadre, Coco Corsano, piloto experimentado, que me acompañara durante el fin de semana, para hacer el viaje en avión a Arequipa, recoger mis cosas, enviar por transporte de carga las cosas grandes y subir el resto a mi carro, y que, al día siguiente, él manejara durante nuestro retorno a Lima.
Ya en Arequipa, nos reunimos con todos mis colaboradores, con quienes festejamos hasta tarde la aprobación del proyecto y la renovación de los contratos de todos ellos, con tanta algarabía, que después de varios “prende y apaga” —un vaso de cerveza negra seguido de otro de anisado—, ya era más de las doce de la noche, cuando decidí ir con Coco al departamento. Yo que acababa de aprender a manejar, iba conduciendo mi auto, cuando estábamos a la altura del parque Selva Alegre, la ruta estaba muy oscura, me salí de la pista y avancé en zigzag, cabreando los árboles al estilo Maradona, hasta que retorné a la pista, donde frené, apagué el carro y respiré profundamente durante un rato, luego le entregué el timón a Coco, quien manejó los últimos metros que faltaban para llegar al predio.
Al día siguiente, que era un domingo, nos levantamos muy temprano, calculando llegar a Lima máximo a las 11pm, porque el lunes, ambos tendríamos que ir a trabajar. Como el departamento lo habíamos alquilado amoblado, no teníamos muebles grandes que transportar, pero todavía quedaba mucha ropa y otras cosas que cargar en el carro; apurados, sacábamos los cajones hasta la maletera de mi carro y los vaciábamos en la maletera, caigan como caigan; una vez llena la maletera, seguimos con el asiento de atrás, donde entraron con las justas, muy apretadas, lo último que quedaba era mi gran colección de discos, puse unos cuantos en la base de la luna trasera, tratando de no quitar la visión por el espejo retrovisor y el resto en el piso, al costado de mis pies. Barrí un poco el departamento, entregué las llaves a su dueño, y partimos temprano con destino a Lima.
Llegando a Lima, pude percatarme que, los artículos del baño estaban desparramados, entre ellos, un frasco de acetil rojo, se había abierto y manchado mi saco preferido; varios discos que estuvieron expuestos al sol se habían arqueado y malogrado; y mucha ropa se había ensuciado con la llanta de repuesto y la grasa de las herramientas del carro; fue un pequeño desastre.   

Después de terminar todos los trabajos pendientes en Tecnandina S.R.L., concluyó mi compromiso con ellos e inicié mis funciones como empleado dependiente de Lanificio del Perú S.A., trabajando en sus oficinas de Lima, en la avenida Abancay. En aquella época, todos laborábamos con terno, camisa blanca y corbata. Tal era el tráfico vehicular, frente a la oficina, que producto del “smog”, las camisas terminaban negras, las cortinas de las oficinas tenían que lavarlas y/o comprar nuevas, con mucha frecuencia.


NUESTRA 2DA MUDANZA A AREQUIPA
URBANIZACIÓN LANIFICIO
Luego de unos meses en Lima, en el mes de marzo de 1973, nuevamente, por segunda vez, fui trasladado a Arequipa. La empresa me asignó una casa amoblada, muy cómoda, frente a la fábrica, me pagó la mudanza e inicié una nueva vida que, entre Lima y Arequipa, duraría cerca de ocho años. La urbanización, sí la urbanización, porque era toda una urbanización la que había construido la empresa, para la satisfacción de sus ejecutivos, contaba con restaurante, cancha de fútbol, fulbito, bochas, golfito, gimnasio, billar, pingpong, etc.
    En el año 1950, Lanificio del Perú S.A. inaugura su fábrica en Arequipa, en el distrito de José Luis Bustamante y Rivero.
    Luego, los dueños de Lanificio, deciden comprar más lotes para sus trabajadores, ya que existía mucha disconformidad por el tiempo que tomaban en trasladarse hasta la fábrica, puesto que muchos vivían lejos, pues la fábrica quedaba en las afueras de la ciudad, rodeada de campiña.


El 30 de abril de 1950 se inaugura la fábrica de hilados y tejidos de lana de oveja y alpaca, Lanificio del Perú S.A.

    De esta manera es que surge la “Cooperativa Lanificio”, barrio obrero al cual se trasladan los trabajadores con sus familias. También la Empresa adquirió lotes y construyó casas para sus ejecutivos, y la zona comenzó a poblarse con mayor intensidad, a tomar gran importancia, y formar parte del distrito de Paucarpata.
    Posteriormente la habilitación de viviendas para los trabajadores de la fábrica hizo que se constituyera como parte de la vida de la comunidad, festejaban en sus campos deportivos competencias y días familiares, se podía ver a los animales comiendo en los campos que rodeaban a la fábrica, los vecinos comprando telas con distintos acabados y calidades en la tienda del mismo Lanificio, y el característico silbido de las 6 am y a las 2 pm, cuando sonaba uno de los enormes tubos de la fábrica, anunciando el cambio de turno, era parte de la vida diaria.

    En la década de los noventa la fábrica quebraría y sería embargada por el Banco Wiese y por los trabajadores de la misma fábrica.


Lanificio del Perú S.A. año 1950


Mayo 1973, mis hijos en nuestra casa asignada en la Urbanización Lanificio.





Mayo 1973, nuestra casa asignada en Lanificio





Mayo 1973, nuestro auto y nuestros hijos en la Urbanización Lanificio
 

CUANDO SE DERRITIÓ EL DESTORNILLADOR
Cuando ocupamos la casa que nos asignaron, lo primero que tuve que hacer fue instalar nuestra cocina eléctrica. Como el enchufe estaba malogrado tenía que arreglarlo, para lo cual corté el fluido eléctrico en la llave general, que se encontraba en la cocina, A continuación, le pedí a mi mujer que me alcanzara el destornillador para probar si ya no había corriente. Ella me lo entregó, pero a continuación dijo:
—No seas cobarde, si ya cortaste la corriente.
Pero, simultáneamente a sus palabras, antes de agarrar el alambre pelado, puse el desarmador sobre el cable, se escuchó una pequeña explosión y la punta del desarmador se derritió. Pues, resulta que la casa tenía otra llave general, sólo para la cocina, en el sitio más increíble, en la lavandería, ¡al final de toda la casa, detrás del jardín interior!
—Te quieres deshacer de mí —le dije.

LA NEVADA
Para suerte mía, ya hacía un año que laboraba en la fábrica, Hugo Franco, un colega de mi promoción de la universidad, quién es arequipeño y me apoyó muchísimo. Además, pronto me hice de otros amigos. También en las oficinas de Lima contrataron a otro colega y amigo de mi promoción, Gustavo Daneri, él viajaba frecuentemente a Arequipa, incluso con su familia, iniciándose una amistad familiar que perdura hasta ahora.
Cuando estaba por viajar a Arequipa, por primera vez, muchos me dijeron “cuidado con los arequipeños cuando están con la nevada”; también me advirtieron: “arequipeño, ni grande ni pequeño”; sin embargo, yo recibí mucha camaradería y fraternidad. Hasta la actualidad, mantengo una gran amistad con varios de ellos, pero de manera especial con los matrimonios Ojeda, Escobar y Rodríguez. Cuando vamos de visita, a esa ciudad, los Ojeda, Marcelita y Rodolfo, no nos dejan ir al hotel, nos alojan en su casa y nos hacen mil atenciones.  
Los arequipeños se burlaban mucho de los compañeros limeños, pero cuando yo les mostré mi libreta electoral (DNI actual), donde decía, lugar de nacimiento: Tacna, dejaron de decirme “Limeñita y Ascoy”. Yo participaba de las olimpiadas anuales de la empresa, y aportaba a mi equipo buenos puntos en las competencias de ajedrez, billar, bochas y cien metros planos. Muy pronto fui, o me creí, popular.
Durante mis ocho años en Lanificio, fui padrino o testigo de matrimonio de cuatro compañeros de trabajo: de Luis Belón, Raúl Febres, Juan Valdez y “Zegarrita”.


Matrimonios de Luis Belón y de Raúl Febres

Entre los trabajadores nos hacíamos muchas bromas, pero también había mucha camaradería. Una broma típica que nos hacían, a los que íbamos de Lima, era que luego de frotar bastante las suelas de sus zapatos sobre una alfombra, venían por detrás de ti, y te tocaban con la punta del dedo, el pabellón de la oreja; debido a la gran cantidad de electricidad estática generada por la sequedad del ambiente, salía una chispa, y la víctima saltaba… Ellos reían mucho, pero nadie se molestaba, no había peligro y se trataba sólo de una broma.
La mayoría de los ejecutivos, vivían en casas de la empresa, incluso algunos las habían adquirido; generalmente, eran personas mayores y sus esposas rápidamente adoptaron a la mía como si fuera una hija. Casi todas ellas tenían auto, pero ninguna sabía manejar, a Tuqui (Antonieta), quien ya tenía varios años haciéndolo, le pedían:
—¿Podrías llevarme a comprar en mi carro?
De tal manera, ella tuvo una fácil ambientación social, llevaba a las vecinas, a hacer las compras semanales, y los esposos insistían en que los hiciera en sus propios carros, para ya no tener que llevarlas ellos. En comparación con Lima, las distancias eran tan cortas y el tráfico tan ínfimo; que recuerdo, en una oportunidad, Tuqui me dijo:
—Es increíble, pero hoy he ido tres veces al aeropuerto, tanto en la primera como en la segunda vez, me informaron que el vuelo se retrasaría mínimo una hora, —luego agregó— eso me daba tiempo para regresar a casa, hacer un par de cosas y retornar al aeropuerto. En Lima eso sería imposible.
Como cuando estabas al aire libre, expuesto al sol, hacía mucho calor, pero a la sombra hacía frio, era permitido a los empleados de oficina (no de la planta), salir cada cierto tiempo, un par de minutos al patio para tomar sol. Era el rato de los chismes y las bromas.
Todos los sábados, después del medio día laboral, jugábamos fulbito un par de horas, lo cual, a pesar de la altura, yo podía hacer, pues ya mi organismo se había adaptado. Más bien, el sol abrazador, calentaba la loza de cemento, a tal punto, que derretía y desgastaba las suelas de las zapatillas, que me duraban sólo un par de meses. Y en toda Arequipa, no había una sola zapatería que las vendiera en mi talla 44, tenía que encargarlas o comprarlas cuando viajaba a Lima. Más bien, había un par de fabricantes de zapatos a mano, muy baratos, que me proveían de ese artículo.
También, a veces jugábamos bochas, golfito y ping pong.
Sólo durante los meses de verano, el clima cambiaba. Ellos, refiriéndose a la lluvia decían: en enero, llueve poco; durante febrero, loco; y en marzo, poco a poco. Pero cuando llovía, era a cántaros, no como la llovizna de Lima, en Arequipa, en un minuto quedas empapado. Lo peligroso son las tormentas eléctricas, pues cada año mueren un par de personas alcanzadas por los rayos, generalmente en la campiña, porque en la ciudad existen pararrayos.
Otra cosa, que ocasionalmente mata gente, son los frejoles; sí, los frejoles que no están bien cocidos son venenosos; como en Arequipa, a una altura de 2,360 metros sobre el nivel del mar, el agua hierve a menos de cien grados centígrados, si no usas ollas a presión corres peligro de envenenarte.



TOÑITO “EL GATO”
A mi hijo Toñito (Antonio), en la fábrica, le decían “el gato”, porque un día se cayó de la rampa que se utilizaba para cargar los camiones, que tenía un desnivel cercano a los dos metros, pero en el aire dio un giro increíble, cayó parado, y siguió caminando. Era gracioso y lindo, pero era “la pata de Judas”.
Cuando se inauguraban las olimpiadas deportivas en la fábrica, el Gerente lo hacía desde una tribuna a un costado de la cancha de fulbito, no era tan pequeña, tal es así, que entraban sentados todos los observadores, familiares y/o trabajadores que no participaban de la competencia. Toñito, que siempre era protagonista de tremendas travesuras, en una de esas olimpiadas, se quedó un largo rato mirando a un señor, ya mayorcito, que era un ejecutivo importante de la empresa, y que, realmente, tenía una nariz descomunal y bien roja. Mi hijo, que tenía tres años, no pudo contenerse y le preguntó al señor:
—¿Por qué tienes una nariz tan grande y roja que parece un rocoto?
Yo que estaba sentado al lado de Toñito, pensé: “trágame tierra”.
—Cállate muchacho de mierda —contestó el sesentón.
Agarré de la mano a Toñito, lo llevé a la cafetería, y le invité un helado mientras le explicaba que hay cosas que no se pueden decir.


Toñito, “el gato”, marzo 1973

Pero la máxima travesura que hizo, fue cuando el Gerente General vino a visitarme a mi casa, vio a Toñito y dijo:
—¿Y cómo se llama esta niñita?
Inmediatamente, Toño se le acercó, le tiró una patada en la canilla, y dijo:  
—¡Yo soy hombre!
En realidad, no me apené mucho, porque el tipo no me caía muy bien y Toño hizo lo que yo deseaba hacer, pero no podía.
 
MI OPERACIÓN DE AMÍGDALAS
Lamentablemente, ya hacía varios años que fumaba dos cajetillas diarias de cigarros, ni siquiera los gozaba, ni me percataba que lo estaba haciendo; incluso prendía dos o tres cigarros a la vez, todo era inconsciente; pero me levantaba de la cama fumando y no paraba hasta la hora de dormir. Además, durante la noche, cuando me disminuía el nivel de nicotina o alquitrán en la sangre, me despertaba, fumaba un cigarro y seguía durmiendo. Cuando vivía en Lima nunca tuve problemas de tráquea; pero, con la sequedad de Arequipa, sufría de laringitis granulosa y tuvieron que cauterizarme un par de veces la tráquea. También tuvieron que operarme de las amígdalas, felizmente, unos pocos años después dejé el vicio para siempre, pensando que se enseña con el ejemplo, y mis hijos pronto serían adolescentes.
 

LA COMUNIDAD INDUSTRIAL
Desde el 3 de octubre de 1968, teníamos el gobierno de  Juan Velasco Alvarado, que era una dictadura militar; quién hizo una pésima reforma agraria, practicando una política armamentista que endeudó mucho al país, un discurso confrontacional que fomentó el enfrentamiento de clases, estatizó más de cien empresas, que “sin el ojo del amo que engorde el caballo”, perdían mucho dinero todos los meses, y creó las comunidades industriales.
Justamente, más adelante, en el año 1979, yo sería elegido en una asamblea, director representante de la comunidad ante el Directorio de la empresa.

JUBILACIÓN CON 25 AÑOS DE SERVICIOS
  El Gobierno del General Velazco, también aprobó la jubilación con solo veinticinco años de servicios. El diseñador textil de Lanificio era un joven de 43 años, que había ingresado a trabajar a los 18 años; por lo tanto, tenía 25 años de servicios, y se jubiló. Él había adquirido de la empresa la casa donde vivía, con su liquidación construyó un departamento en una parte de su jardín. Y se dedicó a la dulce vida, como le encantaba jugar bochas, yo lo veía frecuentemente practicando su juego favorito.
 Muchos otros arequipeños, en la misma condición, se fueron a vivir Arica, donde el costo de vida era mucho menor, debido al cambio favorable, Chile vivía una fuerte devaluación de su moneda durante el gobierno del presidente Allende. Los jubilados peruanos vivían en Chile como millonarios, solo tenían que viajaban una vez al mes a Arequipa para cobrar su pensión. Yo los admiraba y soñaba con lograr lo mismo que ellos, relativamente joven. Sin embargo, unos años después, la hiperinflación peruana, hizo añicos dichas pensiones, y muchas de ellos tuvieron que hacer taxi para subsistir.

LOS VEINTICINCO AÑOS DE LANIFICIO
    El 30 de abril de 1974, Lanificio celebro sus Bodas de Plata, y lo festejamos a lo grande, fletamos dos aviones para traer a los Directores, al personal de las oficinas de Lima, y algunos otros invitados como a Doris Gibson de Caretas, a Carmen Arana; quien no era Directora, pero sí era la principal accionista de la empresa, también invitamos a algunos personajes de Arequipa. Para celebrar contratamos grupos folklóricos, pirotécnicos, varios almuerzos y programamos un partido de fulbito entre empleados limeños y arequipeños, que pasó a la historia, tanto por el nivel futbolístico como por lo competitivo, a pesar de que para los capitalinos la altura era una desventaja; quizás por ello, en los últimos minutos del partido, les faltó físico y perdieron por un gol. Al día siguiente, todos los diarios locales publicaron, en primera plana, la celebración de dichos festejos.
Lo curioso y gracioso fue, que ese año, la fábrica sólo cumplía 24 años, ya que habían confundido la fecha de la constitución de la Empresa, con la de la inauguración de la fábrica.


Tuqui, entre Mini Hermann y Marcela Ojeda, en un almuerzo de esposas de ejecutivos en el aniversario de Lanificio.

PARTIDO EN EL ESTADIO DE AREQUIPA
Parecería que tengo un imán que atrae sucesos increíbles, o quizás a todos les pasan, y yo sólo tengo la virtud de recordarlas, o ambas, no lo sé; pero me gusta contarlas, y les juro que lo que cuento a continuación sucedió: Años más tarde, el equipo de fútbol, Alianza Lima, acababa de perder a la mayoría de sus jugadores en un accidente aéreo, Sotil y Cubillas ya estaban de retirada; pero, para ayudar a reflotar el equipo de sus amores, se inscribieron para jugar una última temporada juntos. Melgar jugaría de local en el estadio “Cuarto Centenario”, circunstancialmente, en la extensa área exterior del estadio, estaba funcionando una feria con juegos mecánicos. Yo fui con el mayor de mis hijos a la feria, donde, entre otras cosas, subimos a la “Rueda Chicago”. Justamente, nos encontrábamos en la parte más elevada de la rueda, cuando la máquina comenzó a parar intermitentemente, para ir retirando a los pasajeros. Desde la parte alta podíamos observar el partido que se estaba jugando, llegando a ver una de las jugadas más maravillosas que he visto en mi vida, entre el Nene Cubillas y el Cholo Sotil, iban superando con pases magistrales a todos los rivales, hasta llegar al área, de donde Sotil ejecutó un tiro al ángulo, inatrapable por el arquero, y se oyó un estrepitoso ¡goool!


Vista interior del Estadio del Cuarto Centenario


Vista exterior del Estadio del Cuarto Centenario, donde existe un área amplia donde se instalaban los juegos mecánicos

LOS CARROS CON LAS LUCES PRENDIDAS
Otra anécdota de aquella época, que me viene a la memoria, fue cuando nos encontrábamos acostados viendo el noticiero y oímos un flash por la tele: “Llamado urgente a toda la población que tenga carro, por favor acudir al aeropuerto, para alumbrar con sus faros la pista de aterrizaje, pues hay una avioneta en estado de emergencia”, ya que el aeropuerto de Arequipa no estaba preparado para aterrizajes nocturnos.
Inmediatamente, con mi esposa acudimos al lugar, el personal del aeropuerto nos alineó a ambos lados de la pista de aterrizaje y todos prendimos los faros. Acudieron centenares de autos y la iluminación parecía suficiente; pero al rato por intermedio de megáfonos nos informaron que la avioneta ya había aterrizado en otro lugar, para retornar se produjo un tremendo atoro. Yo le dije a mi esposa:
—No tenemos apuro, esperemos que esto se calme.
Hubo varios choques y, cuando vino la calma, muchos se quedaron para usar la pista de aterrizaje como autódromo, corriendo a toda velocidad. Incluso algunos hicieron competencias de piques y carreras. Alguien comentó que había alcanzado más de 160 kilómetros por hora.

HASTA EN TRICICLO ACOMPAÑARON AL CORTEJO
En otra oportunidad, se produjo un paro general, justo el día que se jugaría el clásico de Arequipa, Melgar versus Huracán. Todavía Toño era muy pequeño, de manera que fui sólo con Kiko Jr., había que ir a pie, porque por el paro no transitaban vehículos, los piquetes de huelga ponían obstáculos de piedras y adoquines y hasta podría haber violencia. El partido fue muy bonito, ganó Melgar, mi favorito; pero el retorno a casa fue agotador, mi hijo ya no podía caminar más, yo lo tuve que cargar sobre mis hombros, cuando vi que había unos triciclos que estaban haciendo el servicio de movilidad, el trayecto que nos faltaba era muy largo, las casas de Lanificio quedaban casi al final de la avenida La Pampilla, poco antes del cementerio. Contratamos un triciclo y mientras transitábamos, esquivando piedras alcanzamos a un entierro, donde tanto los cargadores del cajón como los deudos iban a pie; rápidamente los superamos, para finalmente llegar a casa.     Al día siguiente, me llega el diario “El Pueblo” y ¡Oh sorpresa! Veo, en primera plana, una foto mía y de mi hijo Kiko Jr. sentados en el triciclo y leo el titular: “Hasta en triciclo acompañaron al cortejo”.


Salió en primera plana del diario “El Pueblo”: Algunas personas —como la que aparece en primer plano— acompañaron al cortejo en triciclos, medio de transporte durante el paro.



NACIMIENTO DE MI HIJA
Uno de los momentos más maravillosos, de nuestra vida, en Arequipa, fue el 27 diciembre de 1973, cuando Tuqui dio a luz a nuestra hija Fiorellita y mi suegra vino a vivir un tiempo con nosotros, para apoyar a su hija con la nieta. Una noche, en la que habíamos tenido la visita de unos vecinos, habíamos conversado sobre el tema de los robos en la ciudad de Arequipa, que ya comenzaban a darse. Después de acostarme, dormí profundamente, como siempre, pero me despertaron unos gritos, medio dormido, relacioné el escándalo con un robo, y yo, macho alfa, salí a defender la manada corriendo a la calle, abrí la puerta, pero no vi a nadie…
A Tuqui le había dado un vahído, mi suegra que se encontraba al lado de ella, y que se percató del desvanecimiento de su hija, quiso sostenerla, pero no pudo hacerlo y se cayeron al suelo las dos. Ellas me dijeron que yo pasé raudamente por encima de ellas, felizmente sin pisarlas, pero que en lugar de ayudarlas me seguí de largo. Mi suegra al caer se había golpeado la frente, no muy fuerte, pero le salió un moretón. Al día siguiente, de broma, mis amigos, decían que yo había golpeado a mi suegra.


25/01/74 pocos días antes de retornar a Lima,
mi cuñada Mili carga a mi hijita


AREQUIPA, CIUDAD TEXTIL
Una cosa que no entendía era porqué Arequipa era una ciudad textil, pues la sequedad es mala para la hilatura, la electricidad estática complica mucho dicho proceso, sobretodo, cuando se trata de pelo de alpaca. Para resolverlo, se requiere humidificar y aislar los salones de hilatura, en base a pulverizadores de humectantes; sin embargo, cuando yo llegué a Arequipa, en la ciudad había las siguientes empresas textiles: Lanificio del Perú, Clisa S.A., Michell & Cía., el Grupo Sarfati, Inca Tops, Sacos del Sur y textil el Huayco.
Es cierto que las alturas que circundan la ciudad están pobladas de auquénidos, habiéndose convertido por ello, el departamento de Arequipa, en el primer centro productor y exportador de pelo de Alpaca y de la finísima Vicuña.
El caso de textil el Huayco es diferente, porque esta fábrica se dedicaba a productos de algodón, cuya materia prima venía principalmente de Ica y el norte del país. Ésta, actualmente, se encuentra abandonada.

EDIFICACIONES TURÍSTICAS
Las canteras de sillar
    Casi todas estas fábricas, al igual que la mayoría de las casas y cualquier otra edificación de la ciudad de Arequipa, fueron fabricados en base al sillar. El sillar, de color blanco, es característica principal de la arquitectura arequipeña.
 

“El sillar, es el origen y característica principal de la arquitectura arequipeña. Los visitantes pueden acceder a las canteras de sillar a través de una ruta turística que parte de Cerro Colorado, que muestra el proceso de extracción, labrado y mega tallado de esta piedra. Son 2,000 metros que abarcan las canteras en explotación, Cortadores y Virgen Culebrillas.”
    
    Casi todos los atractivos turísticos fueron construidos con este material; por ejemplo:
    • La Plaza de Armas
    • La Catedral
    • Los portales.
    • El Convento de Santa Catalina.
    • El Molino de Sabandía.
    • La Casa del Moral.
    • El Palacio Goyeneche.
    • La Mansión del Fundador.
    • La Iglesia y el Complejo de la Compañía.
    • El Mirador de Yanahuara.
    • La Villa de Cayma
    • La Iglesia de Santo Domingo
    • El Convento de San Francisco
    • La Iglesia La Merced
    • La Casona del Fundo el Fierro…
     …Y muchos otros más; todos fueron fabricados con sillar.
A mí, se me daban dos condiciones: la primera, que tenía a mi disposición muchos sitios lindos para ver; y la segunda, que disponía de tiempo para ello. Llegué a conocer todos estos lugares; para ilustrar un poco, a los que no conocen Arequipa, hagamos, en esta narración, un breve recorrido por los sitios turísticos más importantes de la ciudad, tan solo de los primeros cinco de los mencionados.

La Plaza de Armas
    Considerada como una de las plazas más hermosas del Perú y de toda américa latina. Al igual que todas las calles del centro de la ciudad, las pistas de la Plaza de Armas, eran empedradas, lo cual le daba un tinte pintoresco. En el centro de la plaza hay una pileta de bronce con una escultura hecha de cobre, de un duendecillo con una trompeta, se dice que alguna vez tuvo alas, pero con los años se perdieron, esta escultura se conoce como “Tuturutu”.
El nombre Tuturutu fue tomado del sonido del instrumento que utilizaba este personaje para anunciar al inca sobre la llegada de un chasqui o de alguna encomienda. Cuando la gente del inca retornaba al tambo tras escuchar el sonido ¡Tuturutúúú. Tuturutu!

 
La plaza de Armas y el Tuturutu.


La Catedral
En el Sur-oriente de la Plaza de Armas, está localizada la Catedral. Su fachada, tiene muchas huellas de balas, producto de tantas revueltas que se generaron en esa ciudad, donde armaban barricadas utilizando los adoquines de piedra de las pistas. A la fecha, desde la independencia, son 11 las revueltas ocurridas en Arequipa, motivo por lo cual, le dicen a esta tierra: “El León del Sur”.

 
En la foto de la izquierda, la Catedral. En la foto de la derecha,
estoy con mi esposa a un costado de la Catedral.

“La Catedral de Arequipa, se construyó en sillar, con sus lindas bóvedas; es la iglesia principal de la ciudad que ocupa todo el lado norte de la Plaza de Armas. Construida totalmente en sillar, exhibe un estilo neo renacentista con cierta influencia gótica. Su fachada está constituida por setenta columnas con capiteles corintios. En su interior se encuentra el altar mayor hecho con mármol de Carrara. En la nave central se destaca el incomparable púlpito tallado en madera de encina, y se ve a Cristo derrotando a la serpiente maligna. Al fondo, hay un órgano de origen belga, cuyo valor radica en ser uno de los más grandes de América del Sur. La capilla del Señor del Gran Poder es muy frecuentada por los lugareños. Es de estilo neoclásico y los ingresos al templo se ubican en las naves laterales.”


Los portales
    Los portales son tres edificios que, junto a la Catedral, cierran la plaza en un cuadrante. Cada uno mide cerca de 105 metros de longitud y por lo menos 5 metros de alto, son grandes arquerías simétricas de columnas de anchos pasillos.


En la foto estoy con mi esposa sobre la pista adoquinada,
delante de uno de los portales de la Plaza de Armas.

 “Los portales tienen nombres con los que se diferencian unos de otros. Está el portal de la Municipalidad, ubicado al sur-poniente; el portal de Las Flores, localizado al Sur-oriente y el de San Agustín, del lado nor- poniente, de la ciudad.”


El Convento de Santa Catalina
    La primera vez que visité el convento, lo hice sin la orientación de un guía, y me pareció un pueblo joven; pero la segunda vez, cuando nos acompañó una guía, me sorprendió como una ciudadela de varios siglos atrás, me enteré de la historia de algunas de las enclaustradas, sus sirvientas, sus actividades, el valor de sus pinturas; quedé totalmente enamorado y lo volví a visitar frecuentemente, cada vez que recibía a uno de mis familiares o amigos limeños.
Fueron 391 años los que pasaron, mientras que lo que había dentro de los gruesos muros de sillar solo era conocido por las religiosas de la Orden de las Dominicas, ya que no entraban ni los médicos.
Un grande y sólido muro de 4 metros de altura aislaba la vida de las mujeres que habitaban el monasterio. Construido para albergar a las hijas de las familias más distinguidas de la ciudad.
    La ciudadela fue fundada el 10 de septiembre de 1579. A la fecha, ha soportado 17 terremotos, que causaron diversos daños; pero que fue restaurada reiteradas veces.


A la izquierda el muro exterior del convento de Santa Catalina,
a la derecha el Claustro Mayor.


El Molino de Sabandía
    Está rodeado de árboles centenarios, tiene una bella cascada, cuya fuerza del agua, mueve las pesadas piedras para moler.


El Molino de Sabandía

    “El Molino de Sabandia, construido en 1621, es una joya de la arquitectura Rural Arequipeña. Este viejo Molino, se encuentra en perfecto estado de conservación y puede ser visitado y ver su funcionamiento, son característicos sus sólidos contrafuertes y rústicos balcones; asimismo, se pueden apreciar las técnicas utilizadas para procesar el trigo.”

LA GASTRONOMÍA AREQUIPEÑA
Otro de los placeres de esta ciudad, es la gastronomía. Después de los partidos de fulbito, generalmente, nos íbamos a una picantería, éstas se encontraban en pequeños poblados en la campiña, eran casas de aspecto rústico, donde los olores y las banderas rojas anunciaban que se trataba de una picantería. En ellas, las ollas son de barro, los cuyes corren por el piso, la chicha tiene que contener nata donde flotan algunas moscas, y el ambiente está impregnado de olor a leña. Habitualmente, los campesinos, frecuentan las picanterías después de las cinco de la tarde, cuando termina la jornada campestre.


Acuarela de una picantería arequipeña típica

Una cosa que me llamó la atención en Arequipa, fue la gran demanda que allí tiene la carne de cordero, pues en Lima no es muy demandado; claro, pocos saben prepararlo.
Los chupes
    Un arequipeño, si no toma chupe (sopa) en el almuerzo, te dirá que no ha almorzado; pero cada día de la semana se acostumbra tomar un chupe diferente, de acuerdo a lo siguiente:
 

Domingo – Puchero    Cualquier día - Chupe de camarones

“Los Chupes nuestros de cada día”.
    Otra tradición, es que los chupes se deben comer echándole “granos de tostado”.

Para los más refinados, también existían muy buenos lugares gastronómicos, por ejemplo “El Ches Nino”, “El Capri”, o el “Sol de Mayo”. Tengo entendido, que ahora ya sólo sigue atendiendo el último de ellos. Entre los platos más exquisitos, recuerdo “el gran piqueo” y “la gran fritura”, entre muchas otras delicias que, bien acompañadas con chicha, son magníficos. Pero falta explicar que, los arequipeños, para bajar la comida, lo hacen con una copita de Anís Najar.


El Sol de Mayo (ya cumplió 73 años)

El sudado de machas
    También es muy rico: pero, inicialmente, mi hermana Rosita me traumatizó. Pues mi cuñado, Fredy Morales, era accionista y trabajaba en la empresa de transportes “Morales Moralitos”. Un chofer de los buses de la empresa, que lo estimaba mucho, le regaló todo un costal lleno de machas. Consecuentemente, mi hermana nos invitó a comer las famosas machas y, sentados en la mesa, tuvimos que esperar mucho rato, pues Rosita nos decía que todavía faltaba un poco más de cocción. Después de varios “un ratito más”, vino trayendo dicho manjar; pero, cuando comenzamos a comer, nos parecía que estábamos masticando pedazos de llanta. Felizmente, un vecino de las casas de Lanificio, mi amigo Roberto Martínez, un gran cocinero, me enseñó y me invitó un correcto y riquísimo sudado de machas, quitándome el prejuicio. Él me dijo:
—Mira Kiko, ya tengo las machas sazonadas y el agua hirviendo, ahora sólo voy a echar las machas, cuentas hasta diez, y las sacas.
Efectivamente, estaban blanditas y se deshacían en la boca.
—Si tú te pasas de tiempo, comienzan a endurecerse, cada vez más. Comentó Roberto.

El Queso Helado
    Y no debo olvidar el postre: un “queso helado”, que ahora lo venden en algunos restaurantes, pero originalmente sólo lo ofrecían vendedores ambulantes.


Queso helado

El adobo arequipeño
    Pero hay otras delicias muy interesantes, por ejemplo, para mí, lo máximo es “el adobo”. Este plato lo preparaban sólo los domingos, para el desayuno, a partir de las cinco de la mañana y, el lugar típico era la Plaza del pueblo de Cayma.
El adobo es usado de manera similar al cebiche en Lima, para levantar a los muertos, después de las borracheras o malas noches del sábado.



El Adobo tiene que venir acompañado del famoso pan arequipeño, “pan de tres puntas” y el “té piteado”.


A la izquierda, una vendedora de adobo en Cayma. A la derecha, mi esposa, mis hijos, mi cuñada Elsita y mis sobrinos en Cayma. (octubre 1977)


El té piteado
    El nombre de té piteado, provine del sonido que se producía en las calentadoras típicas de las pulperías y chinganas cuando el agua hervía. Estas calentadoras por lo general se ubicaban en el mostrador o junto a la puerta sobre una pequeña mesita.

    
    “Las calentadoras típicas se componían de tres cuerpos: El brasero la calentadora y la tetera. El brasero era de fierro y dentro de él se mezclaban los carbones con pequeños fragmentos de sillar para ahorrar el carbón y mantener el calor”.
Los buñuelos
    Tampoco puedo dejar de mencionar a los buñuelos, parecidos, pero diferentes a los picarones limeños, los primeros tienen en su masa harina de trigo, los segundos harina de trigo con zapallo y calabaza. Uno de los lugares típicos para comer estos dulces, era al lado de la laguna del pueblo de Tingo.


        Picarones       

 

        Buñuelos


Los Chocolates La Ibérica
    Finalmente, jamás se me ocurriría viajar a Lima, sin llevar chocolates, toffees y mazapán de “La Ibérica”, tanto para la familia de Tuqui, como para la mía.
Adicionalmente, cuando nos iba a visitar mi suegro, lo acompañaba a la “Pastelería de la Lucha”, porque a él le encantaban sus pasteles.


Productos La Ibérica: Toffees Surtidos, Trufas y Mazapán de Castaña.


La Tradición de las guaguas
    En la Arequipa tradicional, todos los días de noviembre eran buenos para celebrar una peculiar fiesta denominada fiesta de las guaguas.

 
“Las guaguas de nuestra fiesta no son de carne sino más bien de pan dulce, bizcocho o masa de torta rellena de manjar en algunos casos y decoradas con caretas de yeso que son hechas especialmente para estas fechas.


Los restaurantes de la Avenida Dolores
    Hoy en día, la avenida Dolores se ha convertido en zona de restaurantes, tanto para turistas, como de comensales locales. Cuando nos fuimos de Arequipa, esta avenida todavía era un camino rural sin asfaltar.



Picantería “Tradición Arequipeña”, en la Av. Dolores.


Empanadas Salteñas
    Estas jugosas empanadas son típicas de la gastronomía boliviana y argentina. Deben su nombre a su lugar de origen: la ciudad de Salta en Argentina.
    Hay diferencias marcadas entre los estilos de empanada porque las salteñas argentinas y bolivianas están preparadas con relleno de papa y con harina de maíz mientras que las arequipeñas son de diferentes tipos de carne. Las hay de embutidos, las de lomo saltado, ají de gallina y hasta de sangrecita.



Salteñas arequipeñas



LOS PASEOS AL CAMPO Y LUGARES TURÍSTICOS

Me gustaba pasear los fines de semana recorriendo los pueblos aledaños a la ciudad, llegando a conocer las campiñas mejor que muchos arequipeños. Así, con mi familia conocimos los lugares siguientes:
    • Tingo
    • Camaná
    • Yura
    • Chivay
    • Sabandía
    • Socabaya
    • Paucarpata
    • Tiabaya
    • Characato
    • Chapi
    • Socosani
    • Jesús
    • Mollendo
    • Cocachacra
    • Aplao
    • Ocoña
    • Chuquibamba…
… y muchos más. Comentemos los primeros cuatro.

La Laguna de Tingo
    Tradicional Alameda de Tingo, moderno patio de comidas, tres piscinas temperadas, juegos acuáticos, juegos infantiles, toboganes divertidos, paseo en botes recreativos, cafetería y mirador de Tingo.
    Cómo se extraña lo que era Tingo hace algunos años, los tradicionales puestos de vivanderas que ofrecían los picarones, anticuchos, tamales de maíz y choclo con queso; era toda una tradición, como los picarones recién preparados ofrecidos como degustación. La modernidad, si bien trajo mejores juegos de agua, botes pedalones y otras atracciones, eliminó los honguitos donde se disfrutaban deliciosas tradiciones de Tingo, en su reemplazo concesionaron los espacios para unos pocos restaurantes que solo atienden por la tarde y mayormente los fines de semana.



En la foto de la izquierda, abril 1975, estoy con mis tres hijos en el balneario de Tingo, la foto de la derecha muestra el parque acuático moderno.

La playa de Camaná
La empresa Lanificio, era propietaria de un par de casas en la playa de Camaná. Allí las casas eran rústicas, construidas en base a cañas; por lo cual, había que hacer una importante reconstrucción anual de estos alojamientos, pero la casas eran muy cómodas y los ejecutivos podíamos solicitar su uso durante algunos días, durante la temporada de verano. Sin embargo, el 23/06/2001, el terremoto que azotó el sur del país, produjo un maremoto en la zona, afectando significativamente a las poblaciones costeras, generando la desconfianza de vivir en esta playa. La construcción de viviendas decayó notablemente, así como la deserción de muchos de sus veraneantes y el remate de las casas de verano se incrementó.
Lo peor de todo, fue que primero el mar se retiró cerca de cien metros, dejando varios peces saltando en la arena. La población se agolpó para cogerlos, sin pensar que vendría el maretazo. No se dio ninguna alarma para que los veraneantes se retiren rápidamente, cosa que se supone no debería volver a suceder.
El Instituto Nacional de Defensa Civil, estimó que, si el tsunami hubiese ocurrido en marea alta y en verano, época donde se congrega mayor número de veraneantes, las consecuencias hubiesen sido devastadoras.


A la izquierda una casa típica de la playa de Camaná, a la derecha un inmueble afectado por el tsunami

    “En el valle de Camaná, el maremoto, con una ola de hasta 7 m entró hacia tierra más de 1 km causando la muerte de 24 personas, 52 desaparecidos y más de 2,000 casas del balneario de La Punta quedaron destruidas, con cuantiosas pérdidas materiales”.

Las aguas termales de Yura
    Hace cinco años (2017) fuimos de paseo, nuevamente a Arequipa, y uno de mis grandes amigos, Carlos Rodríguez, era el Gerente General del cementerio “Campo Santo Jardín de Arequipa” nos llevó hasta una loma, en la parte más alta del camposanto y, de pronto apareció un mar de viviendas que, partiendo de los límites de cementerio, ocupaban una gran extensión, hasta los baños de Yura. Así, como años atrás, se unió Lima y Callao, también pasó entre Yura y Arequipa, pero exclusivamente en base a invasiones.
Carlos me dijo:
—Y pensar, que en Lima hay tres distritos que tienen más población que la suma de todos los distritos de Arequipa.
Mis amigos, los Ojeda, quienes nos alojaron en su casa, también nos pasearon por lo que tradicionalmente yo recordaba como el camino turístico de la campiña y, lamentablemente, por lo menos la mitad de ella, había sido reemplazada por nuevas urbanizaciones. Y el tráfico se había vuelto infernal.


    “A unos tres km de la ciudad de Arequipa, existen los baños termales de Yura, es un lugar muy lindo, con un hotel y varias posas y/o piscinas que son conocidas por las propiedades terapéuticas de sus aguas, cuya temperatura fluctúa entre 29 y 31º C. Sus aguas termales son manantiales de aguas ferruginosas y sulfurosas, eficaces para el tratamiento de afecciones de tipo reumático, epidérmico y del aparato digestivo.”

El valle del Colca y el campesino que nunca había salido de su pueblo.

En una oportunidad, me encaminaba al valle del Colca, con destino a Chivay, y cuando estaba a sólo 50 kilómetros de Arequipa, en el pueblo de Yanque, paré en el poblado para comprar algo para beber; conocí a un campesino, con el cual entablé una conversación, cosa habitual en mí. No sé cómo terminé hablando de la ciudad de Arequipa, y él no conocía nada a más de 20 kilómetros de su lugar de nacimiento, un minúsculo poblado. No podía creerlo, pero ese era el caso de muchos campesinos.


Mirador de la Cruz del Cóndor

“El valle del Colca tiene una extensión de 100 km de largo. En esta zona existen 16 poblados. Los pueblos de Chivay y Cabanaconde son los más visitados por los turistas. Es posible avistar cóndores en pleno vuelo desde el mirador de la Cruz del Cóndor”.
“Este valle posee una gran diversidad de flora y fauna, entre las especies de fauna más representativas se hallan el cóndor, el cernícalo, el halcón peregrino y la perdiz serrana. Allí, a 30 Km al oeste desde la localidad de Chivay, queda el Cañón del Colca. Es uno de los más profundos del planeta, alcanza 3,400 metros en su punto máximo”.

    
MI HERMANA Y EL PUENTE DE FIERRO
Para suerte nuestra, mi hermana Rosita y su familia, también fueron a vivir a Arequipa, y eso nos permitió sentirnos más en familia. Ella vivía al costado del Puente de Fierro. En la actualidad, está prohibido el paso de vehículos y sólo pueden recorrerlo peatones y ciclistas. El Puente de Fierro constituye uno de los íconos del patrimonio histórico de Arequipa.


El Puente de Fierro o Puente Bolívar, Se dice que el autor de esta obra habría sido el ingeniero francés Gustavo Eiffel

Mi hermana con Fredy, mi cuñado, y sus amigos, los Vidaurre, se integraron rápidamente al grupo de mis amigos íntimos: Los Ojeda, Escobar y Rodríguez; con quienes nos reuníamos para jugar cartas, organizábamos paseos al campo y festejábamos nuestros cumpleaños.


Mi hermana Rosita, con los Ojeda y los Escobar
    

EL HIPÓDROMO DE PORONGOCHE
    El Hipódromo de Arequipa fue construido en reemplazo del de Porongoche de Paucarpata, el mismo que fue vendido en 7´200,000 dólares por el Jockey Club de Arequipa, ante la crisis económica que atravesaba, y que todavía atraviesa, la institución; ahora allí funciona el mall más grande de la ciudad.


Hipódromo de Porongoche en Paucarpata
    
EL CLUB AREQUIPA
    El club Arequipa era tan elitista, que sólo podían ingresar como socios, los pertenecientes a las familias tradicionalmente distinguidas de la ciudad. Cuentan que, en un momento dado, el Club se encontraba en bancarrota y, excepcionalmente, aprobaron el ingreso de dos postulantes, quienes tenían mucho dinero, pero sus apellidos no eran de abolengo; ellos ya habían sido rechazados anteriormente, pero dada la situación, los recibieron para, con sus importantes donaciones, reflotar la economía de la institución.


Club Arequipa, fachada y salón


LAS PELEAS DE TOROS EN AREQUIPA
    No podía haber dejado de ir a ver esta típica competencia. Pero lo hice una sola vez con mi familia, porque nuestra primera experiencia fue de terror. La pelea se realizaba dentro de un cerco, en parte, de humanos; y de otra parte de camiones, camionetas y autos, incluso en doble fila. Nosotros, por seguridad, pagamos el derecho para ver desde la tolva de un camioncito. La pelea comienza cuando, delante de los toros, jalan a una vaca en celo; inmediatamente, los toros inician un enfrentamiento, son toros preparados y alimentados para que lleguen a pesar entre 800 y 1,000 kilos. Durante nuestra experiencia, un toro cogió al otro por su costado izquierdo, muy cerca nuestro; y lo aplastó contra nuestro camión, el que se puso a temblar como si estuviéramos en un sismo de 9 grados. Finalmente, el toro aplastado terminó huyendo, ya que así siempre terminan estas peleas; pero el susto con la coctelera fue terrible, tanto para mi mujer como para mis hijos. Para colmo de males, cuando bajamos del camioncito, después de que retiraron los toros, la gente recién se percató, que había un muchacho aplastado, entre nuestro camión y un auto que estaba al costado del nuestro; en la puerta de dicho auto, había quedado dibujada la silueta del muchacho en la carrocería, fue espantoso; pero, felizmente, el chico sólo tenía un par de costillas fracturadas y unos rasguños en las caderas. La próxima vez fui solo, y a una pelea en una cancha con tribunas.


Pelea en una cancha con tribuna

    “La pelea de toros es una tradición de antaño que se ha enraizado como parte de la identidad de Arequipa. La pelea consiste en enfrentar dos toros, en una cancha, de modo tal que entrecrucen cornamentas y midan fuerzas empujándose hasta que uno de los dos huya de la contienda.” ​
    “La raza de toros empleada corresponde a la misma utilizada para las yuntas en el arado de los campos agrícolas. Se estima que existen dos mil doscientos toros dedicados para las peleas, que se enfrentan en 37 peleas oficiales al año.”


NUESTRA 2DA MUDANZA DE RETORNO A LIMA  
En enero de 1974, fui trasladado para trabajar en las oficinas de Lima, en la avenida Abancay, nuevamente la dificultad para mi esposa de tener que buscar colegios para mis hijos y conseguir empleada doméstica. También tuvimos que buscar un departamento en Lima donde vivir, pues nosotros éramos propietarios de uno, pero lo habíamos vendido para comprar un terreno.


Marzo 1974, Kikito y Toñito con 4 y 3 años, 1er día de clase,
en el colegio Marie Curie


PAPELES CONFIDENCIALES DE LANIFICIO
Durante esa época, una de mis responsabilidades era elaborar los presupuestos anuales de la compañía, un día, cuando salía de mi centro de trabajo y me dirigía con destino a la playa de estacionamiento, me puse a soñar despierto, tal como venía haciéndolo desde niño. Fantaseando que estaba exponiendo ante el Directorio de la Empresa y que ella resultó ser tan brillante y convincente, que los directores me felicitaron efusivamente y me propusieron para que ocupara el cargo de Gerente General.
En este estado sonámbulo, llegué hasta mi auto, llevando bajo del brazo un legajo que contenía unos documentos de capital importancia para la Compañía, los que debía estudiar en casa. Distraídamente, coloqué el legajo sobre el techo del auto para sacar las llaves de uno de mis bolsillos. Minutos después, me vi en serios apuros: un transeúnte me avisó que unos papeles, cual cometas, estaban volando sobre la avenida Abancay. Eran los documentos confidenciales de la Empresa. Pensé: “trágame tierra”.

LAS CALCOMANÍAS DE LOS AUTOS
    Durante el Gobierno Militar determinaron que los autos tenían que transitar un día sí, y otro no; para lo cual, uno podía escoger no transitar lunes y miércoles; o martes y jueves. De acuerdo a tu elección te daban un color de calcomanía, que tenías que pegar en la luna delantera del carro.
    El ambiente laboral en Lima no era relajado como en Arequipa; más bien, era tenso y nos quedábamos laborando fuera de hora, constantemente. Yo que siempre fui medio despistado, en esa época estaba más distraído, y a veces, iba en el auto, lo dejaba en un estacionamiento, y olvidando después que ese día lo había llevado, me regresaba en taxi. Cuando llegaba a mi casa, recién me percataba de ello; pero, además había toque de queda; de tal manera, que yo que había salido tarde del trabajo, ya no tenía tiempo para regresar hasta la playa de estacionamiento, recoger mi auto y retornar a casa. Como al día siguiente, por la calcomanía, ya no podía transitar el carro, éste tenía que quedarse un día más en el parqueo; finalmente, como cobraban el estacionamiento por hora, me costaba una fortuna. Esto, me pasó varias veces, y mi esposa nunca dejó de reprochármelo, y terminó llevándome al trabajo.

    
LA HUELGA DE LA POLICÍA, FEBRERO 1975
Las oficinas de Lanificio, en Lima, tenían dos pisos y desde el segundo piso, se podía ver perfectamente casi tres cuadras de la avenida Abancay. El 5 de febrero de 1975, Lima se convirtió en tierra de nadie. El personal subalterno de la Guardia Civil estaba en huelga, situación aprovechada por vándalos para generar el caos. Unos mil policías se atrincheraron en el Cuartel de Radio Patrulla, en La Victoria.     Desde el segundo piso, los trabajadores de Lanificio veíamos, como si fuera una película, hileras de delincuentes parecidas a las filas de las hormigas, que salían de las tiendas cargando televisores, ropa, licuadoras; hasta, entre varios ladrones, se robaban refrigeradoras, lavadoras y otras cosas grandes. Finalmente, aparecieron pandillas de ladrones que le robaban a otros ladrones, y les quitaban los objetos hurtados.


    “Al día siguiente, la totalidad de la prensa parametrada entregó fotos de gente robando mercancías diversas (refrigeradoras, cocinas, ropa, telas, radios), fotos que los noticieros de la noche divulgaron, solicitando a la población que identifique a los responsables. Nunca se mostraron imágenes de muertos o heridos, ni tampoco se dijo cuál fue el saldo de fatalidades o lesionados en aquella jornada”


GOLPE MILITAR EN AGOSTO DE 1975
 
    El 29 de agosto de 1975, Francisco Morales Bermúdez derrocó a Juan Velasco Alvarado y se proclamó presidente de la República, cargo que ocupó hasta el 28 de julio de 1980. Desde la presidencia, Morales Bermúdez organizó la transición a la democracia, convocando a la Asamblea Constituyente que se instaló en julio de 1978 y promulgó la nueva Constitución en julio de 1979.

    
NUESTRA 3RA MUDANZA A AREQUIPA
Una vez concluida mi labor en Lima, en enero de 1976, fui nombrado Gerente Administrativo, nuevamente, por tercera vez, con residencia en Arequipa. Mi pobre mujer, una vez más tenía que cambiar de colegio a nuestros hijos, conseguir nueva empleada doméstica y esta vez, ya no había casas disponibles en la urbanización de Lanificio; pues, todas habían sido adquiridas por el personal.
En esta oportunidad, alquilamos una casa en la avenida Independencia, frente a la Universidad San Agustín. En el segundo piso vivían los dueños del inmueble, el matrimonio, Elsa y Carlos Witman. La casa quedaba en el distrito de La Victoria, pero en Arequipa es al revés que en Lima; Miraflores es un distrito de clase media modesta y La Victoria es una zona residencial, de clase media alta.
Carlos, el dueño de la casa, era compañero mío de trabajo y, próximamente, sería mi socio, ya que pusimos una tienda en un local de la avenida Jerusalén, que me traspasara mi cuñado Fredy. Vendíamos artesanías, discos y, durante la temporada navideña, incluíamos juguetes.


Ene 1977, nuestra vivienda en Av. Independencia

Lo que no me gustaba de la casa, aunque no le di mayor importancia, era que la puerta principal tenía un parche. Desconocía el origen de dicho parche y no me percaté de la causa, hasta la próxima huelga universitaria, cuando los alumnos le tiraban piedras a los policías, que se acantonaban justamente en la acera de la otra pista, frente a la universidad. Esta vez no le cayó ninguna piedra a la puerta, pero sí a una ventana, que se hizo añicos.
Gracias a nuestros amigos más cercanos de Arequipa, los Ojeda, conseguimos cupo en el Preseminario Santa María, y allí matriculamos a nuestros dos hijos mayores. A Kiko Jr., con seis años, en el 2do grado; y a Toñito, con cinco años, en el 1er grado. Recuerdo que al día siguiente nos llamaron del colegio, y nos dijeron: hay un error con las fechas de nacimiento de los niños, porque ambos figuran como nacidos en 1970. Tuvimos que explicarles que no había error, pues el mayor nació en enero del año 1970 y el menor en diciembre del mismo año.
Además, ambos estaban un año adelantados, pero tuvieron que aceptarlos en sus respectivos grados, ya que llevaban sus certificados correspondientes, esto les permitiría terminar el colegio a los quince años.

Al año siguiente, para nuestro segundo hijo, Toño, mi esposa consiguió un colegio muy cercano a nuestra casa, que no requería movilidad y era relativamente barato. Pero Toñito, de chico, era muy movido, casi lo expulsan debido a una queja, la directora nos dijo:
—Toñito y su amigo Carlitos, tiran sus lapiceros al suelo para después agacharse, ver el color de los calzones de las niñas y decir: ésta tiene rojo, ésta azul, etc., y los padres se han quejado.
Carlitos era hijo de otro amigo y compañero de trabajo mío, Carlos Rodríguez. Ambos tuvimos que rogarle a la directora y los chicos disculparse, para que finalmente los perdonaran.
Para ese mismo año, Tuqui consiguió para Kiko Jr. una vacante en el colegio Internacional; finalmente, a Fiorellita la matriculamos en el Nido Ciro Alegría.

 
       03/04/78, 1er día de clases de Fiorella, en el nido Ciro Alegría.   


 
Arequipa mayo 78, mis tres hijos; atrás de ellos la fachada
 de la Universidad San Agustín, en la acera frente a mí casa.


EL COLISEO AREQUIPA Y FESTIDANZA
    Normalmente, las fiestas de Festidanza, comenzaban con un desfile callejero que, se desplazaba hasta el Coliseo “Arequipa”; para lo cual, tenía que cruzar frente a nuestra casa, en la avenida Independencia. Como yo era muy aficionado a la carpintería, en el año 1978, construí en el jardín externo de mi casa, toda una tribuna, e invité a varios familiares y amigos, que llenaron los asientos. Compramos un par de cajas de cerveza, y nos divertimos de lo lindo, viendo como pasaban bailando los diferentes grupos, representantes de varias regiones del Perú y de otros países.


Festidanza en la Av. Independencia.

“Arequipa es rica en danzas autóctonas, según la ubicación de sus pueblos es variada tanto en danza como en vestimenta. Entre las danzas más conocidas podemos mencionar: El "Carnaval Arequipeño", es una danza grupal que se baila durante los carnavales y en el aniversario de Arequipa. "Yaraví", es de origen quechua. "La Pampiña" es considerada como el huayno primitivo, pícara y los danzarines usan vestidos de chacarero. Otras danzas son también witite, camile, estaño, huaylas (campesinas).
Todos los años, se festeja en Arequipa “Festidanza”, Este acto artístico se realiza desde hace más de 50 años.”

    Cuando el desfile llegaba al Coliseo Arequipa, comenzaba el concurso por varios días, entre los grupos de bailarines. Varias veces asistí con mi familia, a ver dicho espectáculo, dentro del Coliseo.
     También fui, algunas veces, al Coliseo a ver partidos de vóley y básquet, ya que quedaba a un par de cuadras de nuestra casa.


El Coliseo de Arequipa.

    El Coliseo Cerrado de Arequipa fue construido con un techo en base a una estructura metálica y con una cobertura conformada como si fuera un sándwich con espuma plástica en su parte central, y malla metálica con concreto liviano impermeabilizado en la parte superior. Lamentablemente, recién con la primera lluvia (mes de enero), se observó que, con el peso del agua, el techo tenía riesgo de caerse.
    El IPD de Arequipa informó la necesidad de ejecutar los trabajos de mantenimiento correctivo que el Coliseo necesitaba.



El Coliseo Cerrado de Arequipa en la Av. Independencia,
a un par de cuadras de nuestra casa.
    

FIORELLITA Y EL HOSPITAL GOYENECHE
Para la tienda que teníamos en sociedad con Carlos Witman, yo adquiría una serie de productos artesanales, los cuales los decoraba con pinturas y pedazos de espejo; que elaboraba en el garage que lo convertí en almacén y taller, donde tenía una serie de pinturas y otros materiales, entre ellos siena, un polvo utilizado para colorear.
 Lamentablemente, un día, dejé la puerta del taller abierta y Fiorellita entró; y le llamó la atención una lata con dicho polvo color lúcuma, ella pensó que eso podía comerse y se tragó un buen bocado del pigmento. A continuación, con toda su cara teñida y escupiendo, vio a mi esposa, y le dijo:
—Esto está “guag”.
Mi mujer inmediatamente le preguntó:
—¿Has comido?
—Sí, contestó mi hija.
—¿Mucho?
—Sí, “guag”
Felizmente, el Hospital Goyeneche quedaba a tres cuadras de nuestra casa. Mi esposa, la llevó rápidamente, le hicieron lavado gástrico, y no tuvo mayores consecuencias. Siempre estaremos agradecidos de la pronta y excelente atención que le dieron en el Hospital a mi niña.


Hospital Goyeneche

“Fue inaugurado en 1912. El hospital fue proyectado por Monseñor José Sebastián de Goyeneche, Arzobispo de Lima, para cuya construcción dejó una considerable fortuna en su testamento. Sin embargo, el gobierno peruano se apoderó de esta suma para costear la guerra con Chile, por lo que el legado no pudo hacerse efectivo. Fruto de ello, la familia Goyeneche, que quería cumplir con los deseos del Arzobispo y dotar a Arequipa del mejor hospital de Hispanoamérica, no escatimó esfuerzos ni gastos para construirlo de su propio peculio particular. Así, en los primeros años del siglo XX se inició la construcción de un soberbio establecimiento rodeado de jardines y al que se dotó de los medios e instrumental más modernos de su época.”

 
Mi hijita, poco después del incidente.
     
EL TORNO DE DENTISTA
Otra amarga experiencia, que recuerdo de aquella época, fue cuando me dio dolor de muelas y mi socio y vecino, Carlos Witman, me trajo a un dentista amigo suyo, quien vino con un torno a pedales.
—No te cobrará nada y te curará acá mismo, en tu casa. Ya regreso —dijo y se fue.
Los tornos de los dentistas modernos, cada vez son más rápidos, porque de esa manera golpean menos, con alta velocidad. Cuando comenzó a pedalear, parecía que me tiraba martillazos, Finalmente, después de lo que me pareció todo un siglo, le dije:
—Te pago, pero te vas.


Modelo de torno para dentistas a pedal


NITO Y LOS EQUIPOS DE ALTA FIDELIDAD
Cuando estaba próximo a mudarme definitivamente a Lima, Elizabeth, una amiga muy querida, quiso presentarme a su hermano Nito, quien también se mudaría pronto a Lima. La reunión sería en la casa de él. Ella y su esposo nos llevaron a mi esposa y a mí en su carro.
Nito, experto en equipos de música de alta fidelidad, vivía en una casa antigua muy bonita en el centro de la ciudad. Allí había otras dos parejas de invitados y, como textil, me impresionó la calidad de su terno de una tela que por su color y brillo parecía metálica, muy pronto, después de saludar a los demás invitados se me acercó Nito, caminando sobre una linda alfombra persa.
—Te sirves —me dijo alcanzándome un vaso de fino cristal con whisky.
Lamentablemente, al coger el vaso, me percaté que era muy pesado y rápidamente intenté reforzarme con mi otra mano, pero me produjo un temblor que zarandeó el trago y mojó de pies a cabeza al anfitrión, finalmente, cayó sobre el filo de una mesa pequeña, y no sólo se rompió el fino vaso de cristal, sino también un adorno de porcelana y, para terminar, se mojó con trago la alfombra. Me quería morir...
Pero después, nos hicimos amigos y ambos nos reiríamos del incidente, pues teníamos en común la afición por los equipos de música, que en aquella época eran un poco caros. El me recomendaría, si tu esposa se molesta por el costo de los equipos de música que adquieres, le preguntas:
—¿Qué prefieres, que me dedique a la alta fidelidad, o a la alta infidelidad?

NUESTRA 3RA MUDANZA DE RETORNO A LIMA
Durante los dos últimos años en Arequipa, habíamos construido una casa en Lima, luego alquilado; con pésimos resultados, pues nos la dejaron destrozada y con varios meses sin pagar. Con mi esposa decidimos ir a vivir en Lima, en nuestra casa, por lo cual renuncié; sin embargo, unos días después de explicar lo anterior al Presidente del Directorio, me ofrecieron la Gerencia Comercial con residencia en Lima, lo cual acepté y me trasladé a la capital en junio de 1978.
Sin embargo, viajaría frecuentemente a Arequipa, para coordinar el programa de producción y supervisar las ventas de la zona sur.
Simultáneamente, me dieron el encargo de elaborar el proyecto de una planta de extrusión de fibra de polipropileno.
Una vez más, mi señora se enfrentó al problema de conseguir una empleada doméstica y colegio para los chicos. Lo cual, cada año era más difícil, más aún, cuando el año escolar ya había comenzado; ella consiguió lo que pudo.

 
Diciembre 1979. Virgen Inmaculada de Monterrico mis hijos mayores e Inmaculada Concepción Fiorellita.


TERREMOTO EN AREQUIPA, FEBRERO DE 1979
En uno de esos viajes, yo me encontraba alojado en el Hotel Presidente, que era el edificio más alto de la ciudad, creo que tiene once pisos y yo estaba en el último. Ese día había trasnochado tomando un par de tragos con unos compañeros de trabajo, y me acosté a las 2 a.m. lo cual es muy tarde para Arequipa. De pronto, a las 5:08 a.m., el edificio comenzó a moverse como una coctelera, se trataba del terremoto del 18/02/1979, con epicentro en Chuquibamba y el valle de Majes, de una magnitud de 7 grados. El edificio, justamente por ser antisísmico, era de estructura muy flexible y mientras salía de la cama caminando, bailaba la conga. Del susto se me quitaron los efectos del alcohol y abrí rápidamente la puerta de la habitación. Frente a mi cuarto estaban alojadas unas turistas argentinas, que salieron despavoridas en paños menores, pero me gané sólo unos segundos, porque cortaron la energía eléctrica. Teníamos que bajar los once pisos por las escaleras; el sismo fue largo, pero a mitad de camino dejó de temblar, y regresé a mi cuarto, miré por la ventana. Ya había amanecido, pero se veía en el cielo mucho polvo en estado de suspensión. Como ya no podría dormir y prendieron la energía, me dispuse a bañarme, y cuando entré al baño me corté el pie, pues un plafonier se había roto y el piso estaba lleno de vidrios. Me vestí y tomé un taxi para ir a la fábrica. Por el camino vi una ciudad que actuaba como si nada hubiera pasado, pues los arequipeños están acostumbrados a los frecuentes sismos; sin embargo, en el noticiero de la noche me enteré que al frente del hotel habían muerto tres personas dentro de la iglesia de Santo Domingo.


Iglesia de Santo Domingo, en la acera del frente al Hotel Presidente

Es una iglesia de la época colonial, construida en sillar, se encuentra en el centro de Arequipa; también cuenta con un convento, como la mayoría de las iglesias de la ciudad. En la foto de la derecha, el Hotel Presidente.



EL PROYECTO DE FIBRA DE POLIPROPILENO
Por esa época aconteció algo inesperado: me eligieron representante de la Comunidad Industrial ante el Directorio. Cuando se lo comenté al Presidente del Directorio, Dr. Carlos Velarde, él me dijo:
— Pero ingeniero Barcelli, eso puede ser incompatible con su cargo de Gerente Comercial.
—De ninguna manera, Don Carlos, —y seguí diciendo— el día que los intereses de los accionistas sean contrarios al de los trabajadores, yo renunciaría.
—Está bien, confío en usted. —me respondió.
Así me convertí en miembro del Directorio, con voz y voto. Ya no iría solo a presentar los proyectos, presupuestos e informar de los resultados. También podía opinar respecto a cualquier decisión de la Empresa.
Don Carlos era un tipazo y, con el tiempo, construimos una magnífica relación laboral; incluso, me invitó varias veces a su casa, una mansión, pues él era el esposo de la millonaria heredera de toda la urbanización Maranga, la señora Escardó.
Muy pronto, me hice apreciado y hasta amigo de varios de los directores, por ejemplo, Don Felipe Olaechea Álvarez Calderón y el Dr. Carlos Neuhaus Rizo Patrón (padre del Sr. Carlos Neuhaus Tudela), logrando un amplio apoyo de la mayoría de ellos, y cuando expliqué que el proyecto de la Gerencia, de invertir en una “Planta extrusora de polipropileno”, era inconveniente, logré que anularan el proyecto.
Pero pronto me surgiría el deseo de crear mi propia empresa; y luego de unos meses más, yo decidiría tomar otro camino…

MI RETIRO DE LANIFICIO
    En diciembre de 1979 terminó mi compromiso con Lanificio, pero luego, mientras planificada mi negocio propio, trabajé unos pocos meses en la empresa de un amigo, Ing. Jaime Targarona, a quien le expliqué muy bien que mi participación sería breve, porque ya tenía planes de negocio propio. La empresa se llamaba Compañía Lanera Industrial S.A., más conocida como CLISA, fabricante de alfombras y otros productos textiles, que al igual que Lanificio, tenía oficinas comerciales en Lima y la fábrica en Arequipa, por lo cual viajé varias veces más a esa ciudad. Esta fábrica fue originalmente establecida en Lima en 1940, como una hilandería. Al final de los años 40 se trasladó a la ciudad sureña de Arequipa y se dedicó no solamente al proceso de hilatura y tejido de lana sino a la fabricación de alfombras hechas a mano, con unas pistolas especiales, con alpaca y lana, sobre una tela base.
    En el local de la fábrica, en la actualidad existe una urbanización, la Cooperativa Clisa, y sus máquinas fueron desmontadas y trasladadas al local del grupo Michell & Cía.

    Luego seguiría viajando periódicamente a la ciudad blanca, trabajando para mis propias empresas, Mecano Textil S.A. y Chaltex S.A.; después, dejaría de viajar a esa ciudad por muchos años, hasta el año 2017, cuando fui de paseo a visitar a mis viejos amigos arequipeños. Ya no existía el Hipódromo de Porongoche, ni el Hotel Selva Alegre; ya tampoco existían las fábricas textiles Clisa, el Grupo Sarfati, Lanificio y El Huayco; tampoco la curtiembre Pedro P. Díaz, S. A.; ya no funcionaba el Club Alemán de Arequipa; la mitad de la campiña había sido urbanizada o invadida, el tráfico se complicó con el aumento de la población; en la actualidad, está prohibido el paso de vehículos en el puente de fierro; pero, para mí, sigue siendo una de las ciudades más hermosas del Perú. Además, allí nacieron mi suegra y mi hija. Mi suegro y mi esposa, también nacieron en el departamento de Arequipa, en la ciudad de Mollendo; cuyos ciudadanos se consideran diferentes, son independentistas (otra república) y dicen, a modo de burla, que los arequipeños son serranos y que no saben nadar.     Finalmente, podría decir que “soy un tacneño nacionalizado arequipeño”.