Categoría: Cuento

Inicialmente, observó que el mundo de sus sueños era como un cine donde él era a la vez espectador y actor, pero donde el autor del guión era su subconsciente, quien se expresaba a través de símbolos mezclados y velados, adquiriendo diferentes formas y representaciones.
Poco a poco, fue descubriendo que era su subconsciente quien distorsionaba las imágenes para evitar las censuras que le imponía la sociedad, la vergüenza por haber transgredido normas y prohibiciones respecto a una gran cantidad de instintos que no encontraban salida.
El sueño actuaba como una suerte de mago fantástico, transformando personas que se le manifestaban como animales, plantas o piedras; ó al revés, creando deformaciones de todo tipo, superposiciones con imágenes que se le aglutinaban o disfrazaban.
A los catorce años fue internado en un colegio militar. Él inicialmente odiaba el claustro, aunque aceptaba tal decisión de sus padres; pero con sus aptitudes de ensueño fantasioso, con el tiempo, fue aprendiendo y acostumbrándose a mover sus sueños a voluntad para tener sueños bonitos, logrando evolucionar a un nivel muy alto.
Cuando soñaba se desdoblaba, despojándose del cuerpo físico y obteniendo una agilidad insospechable para trasladarse de un sitio a otro, a veces, al otro lado de los muros del colegio; en lo que respecta al tiempo, un minuto de sueño podía equivaler a una semana o un mes. Podía reproducir todo lo que le había ocurrido durante el día, analizar sus problemas, simular las diferentes soluciones y repetirlas muchas veces con ligeras variaciones, hasta encontrar la alternativa óptima.
Estando en ese mundo podía hacer de todo, sin limitaciones: ir a lugares hermosos, encontrarse con personas que ya no estaban en este mundo de los vivos, encontrar solución a un problema que despierto no hubiera podido resolver.
Aprendió también a soñar durante el día, con los ojos abiertos, haciendo volar su mente y siendo totalmente consciente que soñaba. Se divertía mucho fantaseando y jugando con sus sueños, pero también aprendió, ya en el escenario de la vigilia, a poner toda su fe, voluntad e inteligencia para hacer realidad muchos de sus sueños.
Así, concluyó, aprobó y hasta disfrutó los tres años que duró su internamiento.
Muchos años después, vivió muchas dificultades de salud y económicas, nuevamente sus sueños mayoritariamente fueron cumplidos: sembró más de un árbol, tuvo varios hijos y nietos, y también escribió un libro con sus memorias que tituló: “Mano Santa y el Soñador”.
Actualmente, durante la tercera edad, viene enfrentando los problemas de la vida, durante la presencia de una pandemia simultáneamente con una crisis política económica. De manera similar a su vida en el colegio militar y a sus experiencias de enfermedad, hiperinflación y terrorismo; ahora vive “soñando” pasiones e inquietudes muy difíciles de superar; pero tiene fe de que todas nuestras voluntades e inteligencias del país harán realidad sus sueños.