Muchos luchan por un futuro mejor, sacrificando el presente para lograr en algún momento la felicidad; sin embargo, ese momento nunca llega, porque como alguien dijo alguna vez: "La vida es algo que te sucede mientras haces otros planes"
Yo pretendo ser feliz todo el tiempo, amando lo que tengo, lo que hago, actuando con alegría, optimismo y resignación.
La vida contiene diferentes sensaciones, como el miedo, el odio, la envidia, los celos, la ambición, la vanidad, el sexo, etc. Estas disminuyen notablemente con la edad, pero el amor, la más poderosa de todas, jamás disminuye.
Aún no soy viejo; solo, un hombre maduro; pero tengo muchos seres queridos mucho mayores que yo, quienes cada día que pasa se aburren más y se tornan intolerables, porque sus energías y estados de ánimo disminuyen; no obstante, cada día los amo más.
Creo que en la madurez de la vida, cuando menguan los objetivos generados por las energías pasionales, podemos llegar a la abulia, producto de tanta pasividad. Se pierde competividad y quedan pocas emociones. Los hijos se independizan; disminuyen las responsabilidades y pueden generarse sentimientos de soledad. Sin embargo, existe una infinidad de actividades que, a despecho de las limitaciones, aún se pueden realizar. Hay que descubrirlas y aprovecharlas.
Con iniciativa, podemos encontrar entretenimiento en el diálogo con otras personas, la lectura, la computación, la artesanía, el caminar, la televisión, los juegos de salón, la jardinería etc.
Podemos seguir adquiriendo nuevos conocimientos infinitamente, y ayudar a otros también en forma invalorable. No hay como trabajar por lo menos en algunas tareas y sentirse útil. Siempre será una gran emoción la visita de los seres queridos, sobretodo la de los hijos.
Pero, es una gran obligación y responsabilidad que busquemos nuestra propia felicidad, ya que ésta no llegará por sí sola. El día en que los impactos de la vida nos quiten la autonomía física y moral, estaremos liquidados.