Segundo lugar en el Certamen Internacional Literario "Emociones" de San Paulo, Brasil.
¡Dioses de la creación, dueños del tiempo y de mi existencia! ¿Por qué esa actitud muda? ¿Qué estáis gestando? ¿Por qué ese silencio?
Sois seres omnipotentes. Ante tal inteligencia, descarto la soberbia, la intriga y la imposibilidad. Es absurdo pensar que para lograr la gloria tenga que soportar tanto dolor, tanta angustia.
¿Por qué no queréis comunicarme? Perdonadme mis señores, pero me siento un ser marginado y despreciado.
¿Quién espera que se toleren y cumplan órdenes sin entenderlas? ¿Las razones, yo mismo tengo que inventármelas? Pues... lo hubierais dicho.
¿Por qué segáis mi vida? ¿Por qué a mí? ¿Y por qué me permitís cuestionar lo que no tiene respuesta? ¿La angustia que se deriva del desconcierto es parte de mi castigo?
¿Esta vida, en realidad, es un purgatorio? ¿Queréis crearme también un castigo mental? El dolor en carne propia aún es soportable, pero que mis seres queridos queden al desamparo: ese dolor, es insufrible.
¿Habéis hecho un artificio dotándome de sentimientos paternales y conyugales y de la suficiente capacidad para deducir que mis seres queridos vivirán para sufrir y repetir mi desgracia. Morir?
¿Dais para quitar? ¿Creáis los transitorios momentos felices para transmitirnos aspiraciones, privaciones, carencias y frustraciones? ¿Creasteis el tiempo para darnos temor ante el fin de nuestra propia existencia?
¿Estamos los humanos atrapados en un callejón oscuro, donde no existe el perdón e inexorablemente tendremos que pagar nuestra condena? ¿Después de ella seremos informados y restituidos a la sociedad de los dioses?
No me escucháis. No os escucho. Pues... éste, es un monólogo, o un diálogo de sordos.